Las espectativas se ven superadas cuando nos adentramos en los Dolomitas, el sol está radiante y la refraccion de su luz en las cumbres nevadas de los Dolomitas hacen que nuestra conducción se realice en el cielo, la sensación es indescriptible.
Subimos al Giau desde Cortina, es un descubrimiento sorprendente porque no lo conocíamos y realmente nos ha sorprendido, es muy bonito.
En la subida un Holandés con prisa nos arranca las pegatinas, pero como nos gustan mucho decidimos seguirle y en unas curvas le pido que me las devuelva y le dejamos seguir ya que no estamos para entrar en competición después de tantos días de viaje y kilómetros recorridos.
La bajada resulta fascinante por Staulanza y descubrimos algo que nos sorprende mucho a más de 2000 m.
Después de comer ponemos rumbo hacia la Marmolada, el paisaje es indescriptible debido a la nevada caída y a las magnificas masas rocosas que se erigen cual estalagmitas de proporciones colosales.
Una vez abajo enfilamos a ritmo ágil hacia el Lago di Garda, con sus dimensiones inmensas y sus aguas turquesas, lo bordeamos rápidamente y nos alojamos en una localidad cercana después de una jornada muy interesante que nos carga 380 km más sobre nuestras espaldas pero que no son nada puesto que hoy la meteo nos ha sonreído.